La crónica / UD-Girona (33ª jornada, faltan cinco duelos)

La UD Las Palmas estira su calvario en una tarde de pesadilla y con tres penaltis

El cuadro amarillo encaja la sexta derrota consecutiva por dos penas máximas muy rigurosas que aprovecha el Girona (0-2)

Sandro falló su lanzamiento desde los once metros, al inicio del carrusel de Figueroa Vázquez, y Moleiro estrelló el balón en el travesaño

Sinkgraven, sorpresa en el once, por el castigo de Pimienta a Sergi, pasa desapercibido y Benito ejerció de revulsivo

Paco Cabrera

Paco Cabrera

Una UD maldita. Inercia autodestructiva. Tres penaltis, un Girona de Champions apático y un desierto de fatalidad. Final de temporada llamado calvario. El cuadro amarillo de Francisco Javier García Pimienta no levanta cabeza. Una victoria de doce partidos. Sexta derrota consecutiva. Un Girona terrenal aprovechó los dos penaltis decretados por Figueroa Vázquez, tremendamente rigurosos, para imponerse en el Estadio de Gran Canaria (0-2).

El primero, ejecutado por Dovbyk, lo detuvo Valles y en el rechace, David López firmó el primero (26') tras adelantarse a Álex Suárez. Al filo de la hora de partido, llegó el segundo, ahora sí, convertido por el ucraniano desde los once metros. Por su parte, los amarillos desperdiciaron el primero de los tiros fatídicos en esta tarde para el delirio. Sandro se topó con Gazzaniga, más bien con su cara, en la previa al desenlace más cruel. 

Y es que Las Palmas es un ritual de puro sadomasoquismo. Todo sale mal. Todo es padecimiento. Entre la inercia y la desidia. El infortunio es un laberinto macabro para el equipo de Pimienta. Hoy, falló un penalti y se pegó dos tiros en el pie. La tarde de los tres penaltis y de una UD que precisa de un diván XXL. Un inicio meritorio y luego la desintegración total.  La solución era Sinkgraven. El lateral holandés, que no jugaba de inicio desde la visita del Cádiz al Gran Canaria, el pasado diciembre, suplió a Sergi Cardona en el costado izquierdo tras la debacle de Balaídos. El jugador de Lloret del Mar quedó como el gran señalado del 4-1 que provocó la Miguelina. Además, junto al exjugador del Ajax -que se reencontró con Blind-, aparecieron Saúl Coco, Marvin Park, Sandro Ramírez y Javi Muñoz de revulsivos. Cambios, novedades y la obligación de sumar los tres puntos para limpiar el escudo en la operación Jabón Lagarto.

Las cifras son terroríficas. Pero el pozo queda a doce puntos. Seis derrotas consecutivas. Últimas doce contiendas ligueras, una victoria. Novena jornada sin ganar -dos puntos de 27 en juego-. La última alegría se remonta al 10 de febrero ante el Valencia en el partenón de Siete Palmas. Pero la hoja de actuación fue honrosa. Las Palmas presionó al Girona de forma titánica y los de Míchel no podía cruzar la línea divisoria. Esa frontera entre la Champions y un drama eterno. Falta de Couto sobre Sinkgraven y así llegó primer remate de Sandro desde un lateral. SR-9 está carente de inspiración, falló el penalti y es el fiel retrato de la melancolía.

Otro disparo de Moleiro que sale desviado -que tocó en el lateral de la red-. Bajo estos minutos de sinfonía celestial, Moleiro es arrollado por David López en el área. Recorte del '10' y al suelo. El colegiado decreta pena máxima y le reclaman del VAR. Lo ejecuta Sandro y da en el rostro de Gazzaniga. La falta de pegada resulta alarmante. Un tanto de Juanma Herzog -fuera de la lista y en dinámica del filial-, de cabeza y tras un saque de esquina, conforma un pírrico bagaje.

De un área a otra. De un penalti a otro. En el 26', agarrón infantil de Kirian Rodríguez a Eric García y pena máxima. Un saque de esquina acabó en tragedia. Lo ejecuta Dovbyk y lo para Valles. En la carrera por el rechace, el central David López se impone en la final de los cien metros lisos por la gloria a Álex Suárez -Pimienta reclamó en sala de prensa que el jugador del Girona estaba adelantado y que por tanto el 0-1 tenía que haber sido anulado-.  

La presión de Marvin a Gazzaniga elevó el suspense a cotas salvajes. El portero del Girona pisó el balón sobre la línea de gol, máxima tensión. Pura adrenalina. La UD dio la cara, estuvo en el partido y la Miguelina fue gasolina mágica. La UD era otra. Irrumpió de forma brillante bajo el asedio desde el córner. Marvin Park, Alberto Moleiro y Sandro intercambiaban sus posiciones. Pero todo el efectismo y maquillaje saltó por los aires con el tanto de López. El síndrome de la mandíbula de cristal.

Un resbalón de Saúl Coco provocó el penalti que daría lugar al 0-1. Poco fútbol, dos penaltis, dos paradas y una vez más, por detrás en el marcador en el partenón -como ya pasó ante Sevilla, Almería o Athletic. Saca el codo Dovbyk que golpea en el rostro de Coco, que ve la amarilla. La UD acusó el golpe, pero llegaron los centros laterales. Una búsqueda más primitiva del empate.

La parsimonia de Dovbyk

Soberbia acción de Couto por la derecha y no hay finalizador. Vuelven a la carga y remate de Dovbyk en el corazón del área. El cuero vuela por encima del travesaño. Balón al hueco de Sandro y el ariete se la deja de tacón a Moleiro. Disparo blando que atrapa Gazzaniga. Kirian se difuminó con el paso de los minutos. En esta fase tacticista del pulso, Mika pisa a Couto bajo un baile de amagos. Se veía venir que saldría por los aires.

Cuando se prepara Dovbyk, el colegiado Figueroa Vázquez va a revisarlo y mantiene la decisión. El 0-2 y un Gran Canaria de uñas. Triple cambio y la salida de Sinkgraven, que pasó por el pulso sin pena ni gloria. Turno para Marc Cardona y Munir a la desesperada en un final de locura. No hubo pitos para Pimienta y sí una ovación para Fabio.  Algo más de 18.000 fieles en la peor entrada de la temporada. Dos penaltis para el Girona, muy rigurosos, otro para la UD, también con revisión, y un fútbol español a la deriva. Como el cuadro amarillo, que lo intenta, fue superior en el tramo inicial, y acabó desquiciada. Como un corcho en el mar. Sálvese quién pueda. Sin alicientes. Un equipo maldito y un final de competición con aroma a pesadilla. Una travesía en el infierno.

Benito fue el agitador y brilló en ese ida y vuelta. Dos tiros y diabluras. Además, Moleiro se topa con el travesaño. Faltó velocidad y algo de espíritu. El colegiado fue protagonista para desmoralizar aún mas al moribundo amarillo. Un cóctel diabólico: desidia, errores arbitrales, cero goles y el final de competición más largo de la historia. La última dosis de fatalismo la aportó Munir. Remate a bocajarro, desbaratado por Gazzaniga. No sale nada. La afición pitó en ciertos tramos del encuentro peor no hubo pañolada. El entorno está narcotizado y el equipo ya no cree en el método. Llamen a un santero, este final de Liga es una tragicomedia.

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