La gran retirada: 390.000 ‘boomers’ se jubilarán en Canarias en diez años

Se incorporarán al sistema siete veces más pensionistas canarios que en la pasada década 

La gran retirada: 390.000 ‘boomers’ se jubilarán en las Islas en diez años

PI STUDIO

La gran retirada ha comenzado. En la próxima década el número de jubilados que se incorporarán al sistema de pensiones en el Archipiélago se multiplicará por siete respecto al ritmo que se ha mantenido en los últimos diez años. De aquí a 2034 más de 390.000 boomers canarios iniciarán su retiro. Una cifra sin precedentes que pondrá a prueba el actual sistema de pensiones y modificará la estructura laboral no solo del Archipiélago sino de todo el país. Un desafío que coincide con un momento en el que la economía española y canaria está en expansión, demandando fuerza laboral como no se producía desde hace años.

El pistoletazo de salida de la jubilación de los boomers ya ha sonado. Esta generación, nacida entre 1957 y 1977 durante la explosión demográfica que precedió a la segunda Guerra Mundial –aunque en España se retrasó debido al efecto de la posguerra y la dictadura– es la más numerosa del país. En ese periodo nacieron 14 millones de personas en todo el país, 727.649 en Canarias. Personas que ahora tienen entre 67 y 47 años y se encuentran en la última fase de su vida laboral o ya son profesionales consolidados.

En los próximos diez años 389.955 de ellos alcanzarán la edad legal para jubilarse. Y su retiro supone todo un reto para la estructura laboral del Archipiélago. En esa década se jubilarán el 40% de los empleados públicos autonómicos. Y no solo se trata de funcionarios de carrera de los centros directivos sino también médicos, docentes y empleados de la Administración de Justicia. Cada año se jubilan entre 800 y 1.000 maestros y profesores y unos 700 sanitarios. La tasa de reposición del personal de la administración pública está ya en el 20% pero ni así se logra cubrir las vacantes.

En el otro lado, una generación de jóvenes se incorpora al trabajo. Pero quienes ahora tienen entre 25 y 35 años en Canarias son mucho menos numerosos. 288.000 personas. Pero su distribución dentro del mercado laboral no podrá ser la misma que la de la generación que se jubila. ¿Serán necesarios en el futuro tantos profesores en una sociedad con la natalidad por los suelos? ¿Se necesitará el mismo personal de atención al público en unas empresas y administraciones públicas cada vez más tecnificadas e informatizadas? Dentro de una o dos décadas lo más probable es que se generen nuevos nichos de empleo en ámbitos que ahora mismo son desconocidos. Para ello, será necesario que las nuevas generaciones se formen de manera diferente para poder llegar a cubrir estas vacantes. Un trabajo que va con retraso.

Hasta este momento han convivido en el mercado laboral trabajadores de la generación boomer y milennial –aquellos que soplarán este año entre 24 y 44 velas– con una gran disparidad en sus condiciones laborales. Mientras los primeros han sido la generación con más oportunidades y, en general, han tenido mejores sueldos y estabilidad laboral, la incorporación de la generación Y estuvo marcada por las crisis económicas que han provocado una precarización de sus trabajos y les ha dificultado el acceso a aspectos que sus predecesores alcanzaron mucho antes, como una vivienda o formar una familia. Su convivencia en los ambientes laborales muchas veces no ha sido pacífica. Mientras los primeros ven a los milennials como una masa laboral juvenil que amenaza su estabilidad, los segundos en muchas ocasiones les han señalado, viéndoles como los culpables de su precarizada situación.

Desde hace unos años son los centennials, los nacidos a partir del año 2000, los que se están incorporando al mercado laboral. Una generación nativa digital con otra forma de ver el mundo y, por supuesto, otra forma de concebir el trabajo.

De esta manera, durante un periodo ese desfase entre los trabajadores de más edad que se van y los más jóvenes que se incorporan puede producir fricciones como las que ya se están empezando a notar. La falta de mano de obra en algunos sectores –como el de la hostelería– no es sino el reflejo de este cambio de tendencia. Una mano de obra cada vez menos numerosa y menos dispuesta a aceptar condiciones laborales que para generaciones anteriores fueron más habituales.

La gran retirada podrá abrir la puerta entonces a un cambio de paradigma en las relaciones laborales, tal y como indica el sociólogo Ananiano Hernández. Ante la disminución de la fuerza laboral, las empresas no tendrán otro remedio que tomar nota y mejorar las condiciones si quieren atraer a unos trabajadores cada vez menos numerosos pero más preparados. De manera que la retirada de los boomers puede ser una buena oportunidad para que sus hijos tengan mejores perspectivas laborales.

Sin embargo, su jubilación también supone desafíos, es especial, para un sistema de pensiones en entredicho. ¿Cómo podrá soportar una entrada ingente de nuevas personas retiradas con una fuerza laboral menguada? Los trabajadores que se jubilarán a partir de ahora han tenido, por lo general, carreras profesionales más largas y mejor remuneradas. Algo que eleva la cuantía media de las pensiones y la nómina que las arcas públicas deben desembolsar mes a mes. En dos años, entre 2021 y 2023, el Estado ha tenido que destinar 572 millones más al pago de estas prestaciones solo en Canarias. Otro dato: entre 2014 y 2024 el gasto anual de las pensiones que se pagan en el Archipiélago ha crecido en 1.477 millones de euros. Suma y sigue. La pensión media de un jubilado se situaba en 2014 en 957,6 euros al mes. En marzo la media estaba ya en 1.325 euros.

¿Cómo va a pagarse todo este gasto extra que seguirá aumentando? Si hasta hace poco había 2,4 trabajadores por cada pensionista, la ratio disminuirá a 1,7 en 2050, según los cálculos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El Gobierno central ha puesto en marcha mecanismos como la cuota de solidaridad –una cotización adicional de los salarios– y otras medidas para hacerle frente. Pero Bruselas ya ha advertido que no es suficiente y exige más reformas. 

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